2 días en Mafate (Ma'fatigué)

Mafate es, junto a Salazie y Cilaos uno de los circos naturales que componen la Reunión. Clasificado como patrimonio de la Humanidad desde 2010. La peculiaridad de Mafate respecto a los otros es que ninguna carretera llega hasta ahí, es decir que sus habitantes deben hacer varias horas de carretera para poder salir o entrar y con un servicio de helicóptero para suministrar la comida o la recogida de basura, no os extrañe que en todos lados os pidan de recoger y llevaros vuestros desechos, teniendo en cuenta el precio del servicio aéreo, es bastante comprensible. 

El origen de Mafate, según la historia, es que uno de los esclavos de las plantaciones de azúcar consiguió escapar y se refugió en las alturas de la isla, la cual en esa época no estaba muy habitada que digamos. 

Mafate en lengua Malgache significa aquel que mata, seguramente haciendo referencia al terreno escarpado que predomina en el lugar. 


Mi primera experiencia en dicho lugar fue una ruta de 2 días empezando por el llamado Col de boeufs situado a 1810 m.

Vistas desde el Col de boeuf





Desde ahí se toma un camino que desciende hacia la llamada Plaine des tamarins. 








Al cabo de 2h10 se llega al primer pueblo de Mafate, Marla, el cuál no da la bienvenida con una iglesia de lo más rústica con su campanario de lo más rudimentario pero bastante eficiente como pude comprobar. 






De Marla nos queda el tramo más difícil con unas 5h de camino para llegar a Roche Plate, nuestro destino final.






Trois Roches


El sitio de Trois Roches es una formación de unos 12.500 años de antigüedad la cual se termina con un barranco de unos 80 metros de profundidad. Fuertemente desaconsejado de acercarse a los bordes en tiempos de lluvia ya que la caída podría ser mortal. 

Una vez aprovechado el sol para descansar y tomar un poco de aire fresco, retomamos el camino hacía el pueblo de Roche Plate. 




El camino discurre por una variedad de paisajes completamente diferentes pero con la atenta mirada de nuestros compañeros de camino, los cuales de la manera más discreta nos observan con curiosidad.






Después de un par de horas llegamos a nuestro ansiado destino, donde nos espera una comida reconfortante y un buen descanso en los pies. 








Hay una peculiaridad tipica de la Reunión, el terreno abrupto lleno de picos de más de 3000 metros de altura hace que a partir de una cierta hora, las nubes empiezan a condensarse en las alturas, haciendo que la visibilidad quede reducida considerablemente, así que aquí se recomienda salir muy temprano por la mañana, teniendo en cuenta que aquí las horas de luz solar son bastante más reducidas. Así que si se quiere tener una buena visión panoramica del lugar mejor prepararos para el madrugón. 

Las nubes empiezan a aparecer hacía las 11h15.


Después de una buena comida criolla, nos fuimos a dormir a las 20h15, creo que nunca me había acostado tan pronto. Teniendo en cuenta el madrugón a las 5 de la mañana y las 7h de camino, creo que está más que justificado. 

El despertar fue mágico, con los primeros rayos de sol iluminando el Grand Benard y todo el valle de Mafate. 

Nuestro albergue


El despertar del Grand Bénard


Después de reponer fuerzas con el desayuno, toca afrontar la realidad. Aún impregnados de la belleza del lugar tenemos que retomar el camino para volver a la civilización, ya que es domingo y mañana toca trabajar. 


Casa de Mafate



Teniendo en cuenta que estamos en un valle, el camino implica una gran bajada para después subir más de 350 metros en pleno sol. Suerte que en medio nos acogió el río para deleitarnos con un baño fresco para retomar fuerzas para la gran subida. 



Y por fin un poco de frescor
Lo siento por la foto, pero era sólo para poder describir ese placer



Y después del baño toca subir
El camino de vuelta nos llevara de nuevo al Col de Boeuf pero tomando una variante hacia el pueblo de La Nouvelle







Como ya os dije, para llegar a Mafate, solo se puede hacer a pie, así que me hizo gracia que en la escuela hubieran carteles para vender camisetas o porciones de pasteles para subvencionar el viaje al mar de los niños del lugar, no quiero ni imaginar lo que tendrán que hacer esos niños para poder ver la playa, a menos que consigan el dinero suficiente para poder tomar el helicóptero.




Al llegara  nuestro destino, el paisaje nos regalaría una última imagen para el recuerdo. ¡Gran fin de semana! 





Hasta la próxima aventura

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