La Reunión... Al fin




No fue hasta finales de 2015 que las circunstancias parecían estar de acuerdo en que era el momento de realizar un proyecto que desde hacía años fluctuaba en mi cabeza en modo de  excusa. Una excusa para que no fuera el momento de asentarse, de investirse o de dar tiempo a algo a convertirse en, simplemente algo.

Aun habiendo vivido 2 años y medio cerca de Perpiñán y aun cuando, contra todo pronóstico, había empezado a realizar que sí, que simplemente podía dejar el tiempo pasar en un mismo lugar, dejando que la gente entrara en mis vidas, dejando  de ser un simple recuerdo para la gente. No digo que antes no lo hiciera pero prefería dejar las cosas claras desde el principio, dando a entender al mundo que todo era efímero, como una estrella fugaz que nos brinda un momento de su tiempo para desaparecer después, ya que yo, simplemente seguiría mi camino, un camino que me llevaría a la Reunión un día no muy lejano, sin poder dar una fecha determinada, sabía que sentiría el momento adecuado, igual que las cigüeñas emprenden el vuelo hacia territorios más cálidos.  


El caso es que percibía cambios en mi modo operandis pero aún quería experimentar esa sensación de incertitud, esa mezcla de ilusión y miedo que produce el desconocido. Así que deje todo atrás, la conformidad, la rutina y la estabilidad para dejarme llevar por el viento hacia un nuevo destino.

Así que aquí estoy, en un autobús destino París, para enlazar con mi vuelo a la Reunión . Por fin llegó el momento de quitarme esa espina de mi vida. La verdad es que me  voy con cierta aprensión y recelo, pero no por el cambio que ello significa sino más bien por el hecho de haber idealizado tanto ese lugar, después de mi partida del Caribe y que resulte que ahí, simplemente no sea lo que yo esperaba. 

Volviendo al tema del autobús, es la primera vez que decido tomar ese medio de transporte para hacer Barcelona - París, ya que de costumbre solía tomar el avión, pero esta vez decidí tomármelo con calma y pasar unas 14h en un autobús destino a la capital francesa, de todos modos siempre podría dormir ya que llegábamos a las 7 de la mañana, sino aprovecharía para escribir. Supongo que el haber pasado 13 horas en un tren en china y sin asiento también me ayudo a ponerme esa cuestión; ¿Si lo hice en China, porque no podría hacerlo aquí en Europa?
Al llegar a la estación del Norte, una fila de gente esperaba ansiosa la llegada del bus, sobretodo de tipo africano, árabe y algún que otro europeo, quizá español, francés o inglés ya que el autobús tenía como destino final Londres. 

Me hizo gracia un grupo de africanos que al entregar el documento de reservación y al pedirles los papeles de identificación, simplemente no traían. Obviamente se quedaron en tierra con cara de resignados…. No sé quién tramo el plan, pero sin duda se les escapo un pequeño detalle. 

Al preguntar a una chica si era el buen andén para tomar autobús, rápidamente entablamos conversación y resulto ser una artista de la compañía nacional de teatro Argelino y a la vez también la protagonista de una serie de moda de la televisión de su país, me enseño unos capítulos por el móvil, aun siendo bastante simple en cuanto a la realización, debería de ser realmente conocida ya que unos cuantos chicos y chicas le reconocieron y la saludaron. Al menos el viaje empezaba entretenido.  

Durante mucho rato aproveche para escribir hasta que un chico marroquí con el que empezamos a hablar antes de tomar el bus empezó a meterme la chapa sobre su business de ropa y artículos para bebes en Marruecos y yo al final dándole consejos sobre cómo potenciar su marca con una buena estrategia de marketing, como colgar fotos de mujeres esbeltas paseando niños por las calles de Barcelona o París con sus cochecitos o vestidos con su marca, haciendo soñar a las jóvenes madres de su país con vidas que quizá no tendrán jamás.

Al cabo de un rato la silueta del Canigó empezó a dibujarse detrás de la puesta de sol, esa imagen que durante dos años me acompaño durante mi estancia en los Pirineos Orientales ahora me brindaba un último adiós  y deseaba que, más tarde pudiera seguir disfrutándola igual que la primera vez. 

Una última mirada al Canigó.

Después de 2 días en París aprovechando para ver gente (Quisiera recomendar a todo aquel que vaya a París esta web donde podréis hacer un montón de actividades gratuitas; www.paris-friendly.fr, por fin llego el momento tan deseado!!!!

Esperando el embarque, un montón de sensaciones me venían a la mente, como la primera vez que embarque rumbo a Fort de France, nervioso y dubitativo, a diferencia que, esta vez me siento más seguro de mi mismo gracias a todas las veces que en cierto modo tomé una decisión similar.


El gran momento

 Una vez dentro del avión, empezaba a confrontar la dura realidad de pasar 14 horas en una avión low - cost, con asientos incómodos, una pantalla de vídeo comunitaria y con un sonido horrible y una comida bastante mala. No fue , que al ver la revista del avión y mirar la primera página, una sonrisa se me dibujo en los labios y me hacía recordar que en eso consistía todo, que lo emocionante no es siempre fácil y que todo tiene un precio. 

¿Un mensaje?
Lo más curioso es que en esa edición de la revista venía un reportaje de las antillas francesas, las cuáles ya os hablé en otros posts: Martinica, Guadeloupe, Les Saintes, Dominica... Era como sí el destino me estuviera enviando mensajes en modo: Sí, sigue tu camino y al final ya veremos. Fue bastante revelador para mí, pero bueno, cada uno lo verá a su manera.








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