Les Saintes (Terre de haut et terre de bas)

Este pequeño paraíso caribeño forma parte del archipiélago de Guadeloupe junto con Marie-Galante y La desirade.
Terre de Haut
Esta formada de dos pequeñas islas (Terre de haut et terre de bas) comunicadas entre sí por un Ferry diario.



La economía de este pequeño rincón del Caribe, cuyas bahías están consideradas como unas de las más bellas de las Antillas, se basa sobretodo en la pesca, pero en los últimos años el turismo empieza a ser cada vez más presente, por suerte intenta preservar la imagen salvaje y virgen del lugar.

Llegando desde Guadalupe fui a visitar una compañera martiniquesa que estaba trabajando como fisioterapeuta en Terre de Haut, realizando una suplencia de 2 meses, así que aproveche para descubrir el lugar durante unos 3 días, tiempo suficiente para dar la vuelta y conocer cada rincón.

Imagen del Puerto de Guadeloupe (Vieux Fort) al Partir.
Me gustaría remarcar la escena que observe en el puerto de Vieux Fort a mi salida de Guadalupe, Estaba observando a un hombre con el aire apacible y tranquilo, el cuál, sentado en el muelle con la vista perdida en el océano como esperando la llegada de algún conocido. Cuando me acerqué a él para tomarlo en foto, un pelícano llego volando desde la lejanía, se poso frente a él y se le acerco. El hombre saco una bolsa con pequeños peces y le empezó a dar uno a uno con toda complicidad. Cuando le pregunté si lo hacía con frecuencia me dijo que lo llevaba haciendo con el mismo animal unos 5 años. Que relación más bonita pensé! Y alejándome con el Ferry me saludó con la mano antes de desaparecer en el horizonte, destino Les Saintes.

A mi llegada a Les Saintes, y una vez dejada mi mochila en casa de mi amiga, fuimos a pasear con un compañero suyo y me estuvieron contando un poco sobre la isla y sus habitantes. Ahí me dí cuenta que sería un lugar perfecto para perderse y andar, ya que a pie se puede visitar todos los puntos cardinales de este pequeño pero magnífico lugar! 


Al día siguiente me acerqué hasta la colina llamada Le Chameau (El camello) debido a la forma de joroba que se dibuja desde lo lejos de unos 307m de altura. Arriba, desde un antiguo fuerte abandonado, se puede observar una de las vistas más típicas de Les Saintes. La subida es fuerte pero vale la pena!!!!!
Vistas desde "Le Chameau"

Playa "Pain au sucre"


Anse Figuer.

Después de unas 5h visitando el lugar y cada uno de sus rincones, no podéis imaginar lo bien que me sentó esa "remojadita" de pies y el baño posterior en la playa du Pain au sucre, una de mis preferidas, espero que la foto os pueda transmitir ese momento tan placentero.


Grande Anse

El tercer día le tocó el turno a su hermana gemela, Terre de bas. Esta pequeña isla, se compone principalmente de dos pequeños centros neurálgicos: Grand Anse y Petite Anse, es decir la playa grande y la pequeña, vamos que uno no tiene miedo a perderse en ese lugar. Como os conté, para llegar se toma el pequeño ferry o más bien una pequeña barquita que enlaza la isla dos veces por día, pero siempre se puede pedir de hacer el trayecto a unos de los muchos pescadores de la zona. 

Al llegar a grande Anse un panel nos indica el circuito a seguir para poder bordear la isla en unas 4 horas. 

El Ferry
En mi caso, hice la vuelta circular a la isla. Partiendo de Grande Anse bordee la isla hasta llegar al norte a Petite Anse. Aquí os dejo las fotos de ese día. Lo mejor de este circuito es la tranquilidad que se respira en toda la isla, yo no encontré a nadie en todo el trayecto, excepto al llegar a Petite Anse donde viví un encuentro curioso, pero eso os lo contaré más tarde. Volviendo a la excursión, ella ofrece magníficos puntos de vista de las isla colindantes y lugares bien tranquilos para sentirse como un naufrago paseando por su pequeño mundo.

Circuito de excursiones de Terre de Bas. 




El interior de la isla

Casa Típica criolla

LLegada a Petite Anse


Siempre me ha impresionado la gente que nunca ha salido de su ciudad o tierra natal, gente que nunca a sentido la necesidad de ir a ver que sucede más allá de su pequeño mundo, pues bien, al llegar a Petite Anse,  empecé a hablar con un pescador local , el cual nunca había salido de su isla, ni tan sólo para ir a Guadaloupe, la silueta de la cuál se dibujaba unos kilómetros más allá, en la lejanía. Al hablarle de mis viajes y de mi interés por visitar otras culturas y lugares el me miró y me preguntó que es lo que veía unas millas más allá. Al describirle el paisaje de la costa de Guadaloupe, es decir unas colinas, palmeras, una playa y barcos, él me dijo: Muy bien, y ahora dime lo que ves aquí. Al responder que el paisaje era un poco similar, él me pregunto: ¿Entonces? Si el paisaje es el mismo, ¿Por que tengo que ir a visitar ahí, si aquí tengo todo lo que necesito para vivir y para ser feliz? Ante tal pregunta no supe que responder y mirándole tuve que reconocer que tenía razón, que seguramente uno tiene que ser simplemente feliz ahí donde está y que la felicidad no depende de cuanto hayas visto o conocido sino en un equilibrio contigo mismo y el lugar donde vives. Esa conversación fue como una cura de humildad y una revelación que, aún que yo, con mi espíritu inquieto y curioso, quizá no comparta, estoy seguro que años más tarde recordaré a esa persona y me diré que tenía razón o quizá no. El tiempo lo dirá.

Por último, sabía que por ahí cerca, vivía unos de los últimos artesanos que fabricaba sombreros Santoise o como se les llama Los Salakos. su origen es incierto pero su forma recuerda a los sombreros del suroeste asiático. El pescador conocía la dirección del artesano así que me llevó a visitarlo en su casa natal, donde después de años de dedicarse a la pesca, estaba felizmente jubilado y dedicada su tiempo a confeccionar estos vestigios de la cultura Santoise. Un perfecto final para mi experiencia en les Saintes.




Una local con un Salako. 

Para terminar, sólo deciros que no podeís iros de la isla sin haber probado una de las delicias locales, unos pequeños pasteles llamados Tourment d'Amour, típicos del lugar. De echo querría acabar con un enlace de la canción de Francky Vincent, una especie de Georgie dane que originario de estas islas, hizo una canción jugando con el nombre de estos pasteles y dotándolos de una connotación un poco picante y sexual.




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